LA GUERRA DE LAS CUATRO DÉCADAS
En el año 1970 una pequeña banda británica llamada Black Sabbath lanzaba su primer disco de estudio del mismo nombre, a partir de ese acontecimiento se comienza a cocinar un movimiento que fue tomando fuerza y muchas variantes: El Heavy Metal.
Desde sus primeros pasos, el Heavy Metal fue un género musical bastante oscuro y conforme iba creciendo en audiencia y en el nivel de atención en los medios lógicamente la parte más conservadora de la sociedad brincó en contra de este movimiento.
Pero de los sub géneros metaleros, realmente solo hay uno que nació con un estandarte 100% satanista, formado en Noruega, el Black Metal donde la música es lo más cruda posible, la apariencia de las bandas es totalmente demoniaca y las letras abiertamente anti-cristianas. Esto pasó los límites de ser tan sólo una expresión musical para convertirse en algo más allá y terminar en asesinatos, suicidios, y quema de iglesias llevando la filosofía del “ojo por ojo y diente por diente” ya que Noruega al igual que muchos países fue brutalmente cristianizada.
Se acerca la semana santa, un periodo donde la gente católica practicante tiene diferentes prácticas para vivir con su fe, para el resto de nosotros simplemente son dos semanas de vacaciones. Irónicamente en esta llamada semana santa la gente creyente y no creyente se vuelve más pecadora (desde el punto de vista de la iglesia católica), no en una tendencia black metalera sino más acercados a la filosofía glam metal, donde el sexo, el alcohol, los excesos y la fiesta lo son todo, y pruebas sobran, solo hay que darse una vuelta en las playas del país para ver el divertido spring break donde todo puede pasar y nada cae es excesivo si se refiere a la fiesta y a echar desmadre (¿Creen que si Dios se diera una vuelta por alguna de esas fiestas tendrían el mismo destino que Sodoma y Gomorra?).
No es el black metal y su ejército los que aprovechan estas fechas para realizar ataques contra el odiado enemigo inquisidor, sino más bien su hermano fresa y metrosexual glamero es el que le da ese toque “pecador” (y muy divertido si me permiten) a la semana santa, por que no son sólo los “no católicos” los que van a esas tremendas fiestas sino mucha gente muy devota a veces incluso son los que más intensamente las viven.
Como sea al final del día, es una guerra que seguirá sumando años y generaciones, pero que si se puede ir marcando a un ganador que sería….el metal , por que no es necesario que la parte más maldita del género se esmere en andar buscando la forma de atacar a la religión, por el contrario con la parte más rosita del metal se ha logrado que la gente se olvide de su creencia y se entregue a las acciones que no son aprobadas por su iglesia que ni siquiera logra que sus propios militantes se resistan a la diversión que representa “vivir en el pecado”.
